EVANGELIO DE MATEO.

11.06.2013 14:37

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Mateo cap. 18: v 1 al v 6

En ese momento, los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: <¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos>
Entonces Jesús llama a un niñito, lo coloca en medio de los discípulos, y dice: <Les aseguro que si no cambian y vuelven a ser como niños, no podrán entrar en el Reino de los Cielos. El que se hace pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los Cielos, y el que recibe en mi Nombre a un niño como éste, a mi me recibe.
Si alguien hace tropezar y caer a uno de estos pequeños que creen en mi, mejor le sería que le amarraran al cuello una gran piedra de moler y que lo hundieran en lo más hondo del mar.
ENSAYO:
En estos momentos en que estamos meditando en la enseñanza de Jesús para tratar de cambiar nuestra mentalidad tradicional por la mentalidad espiritual, nos hemos convertidos en niños espiritualmente hablando, porque apenas estamos descubriendo algunas cosas de la vida espiritual que nos habían sido veladas, mismas que nos irán abriendo la puerta del Reino de Dios, sabiendo y dando a conocer, que todo aquel que nos recibe en el Nombre de Jesús, lo recibe a él, y que todo aquel que quiera abusar de nuestra fe adulterando su enseñanza, mejor le sería ser arrojado al mar con una piedra atada al cuello.

Mateo cap. 18: v 7 al v 14

¡Ay del mundo que es causa de tantas caídas! Es necesario que se presenten estos escándalos, pero, ay del que hace caer a los demás. Si tu mano o tu pie te arrastra al pecado, córtatelo y tíralo lejos; pues es mejor para ti entrar a la vida manco o cojo que ser echado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies. Y si tu ojo te arrastra al pecado, arráncalo y tíralo, es mejor para ti entrar tuerto a la vida que ser arrojado con tus dos ojos al fuego del infierno.
Tengan cuidado de despreciar a alguno de estos pequeños, pues les digo que sus ángeles en el Cielo contemplan sin cesar la cara de mi Padre que está en los Cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo perdido.
¿Que les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se extravía, ¿no deja las noventa y nueve por los cerros y parte a buscar la extraviada? Y yo les digo que, cuando por fin la encuentra, se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. Pasa lo mismo donde el Padre de ustedes, que está en los Cielos: allá no quieren que se pierda ninguno de estos pequeñitos.
ENSAYO:
Como dice la Palabra de Jesús en estos versículos; es necesario que todos estos escándalos se presenten, pero, ¡ay de los que se dejen vencer por la tentación y caigan en ellos.
Así que tengamos mucho cuidado para no ser piedra de tropiezo para quien se está iniciando en el conocimiento de la enseñanza de Jesús, para que nuestras palabras, acciones o actitudes, sean congruentes con lo que Dios quiere para esos pequeñitos, y si nos damos cuenta de que algo no está en el orden y propósito de Dios, pidámosle perdón a Dios con arrepentimiento para cortar con eso, que en lugar de hacerlos crecer en la voluntad de Dios, estarían creciendo en la voluntad de hombre. Cuidado, porque todo aquel que se da cuenta de lo anterior y no hace lo necesario para corregirlo, está mostrando un gran desprecio hacia esos pequeñitos, y no ha advertido que sus ángeles en el Cielo están dando cuenta a Dios de todo lo que se está haciendo de su enseñanza en forma adulterada. Recordemos que Jesús no vino a condenar, sino a salvar lo que se había perdido, esto es, al hombre en su verdadera imagen y semejanza de Dios en el nivel espiritual. Por eso, es preferible enderezar lo que tenemos que enderezar para guardar y enseñar a cumplir con fidelidad la enseñanza que Jesús nos comparte como la voluntad de Dios, porque el Padre, y los que están en los Cielos, no quieren que se pierda ni uno solo de estos pequeñitos.

Mateo cap. 18: v 15 al v 22

Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, lleva contigo a dos o tres, de modo que el caso se decida por boca de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida. Y si tampoco lo hace con la Iglesia, será para ti como un pagano o un publicano.
Yo les digo: Todo lo que aten en la tierra, el Cielo lo tendrá por atado, y todo lo que desaten en la tierra, el Cielo lo tendrá por desatado.
Así mismo, si en la tierra dos de ustedes unen sus voces para pedir cualquier cosa, estén seguros que mi Padre celestial se la dará. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, ahí estoy yo en medio de ellos.>
Entonces Pedro se acercó y le dijo: <Señor, ¿cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?> Jesús le contestó: <No digas siete veces, sino hasta setenta y siete veces.>
ENSAYO:
Cuando alguien nos ha desviado del camino y nos demos cuenta de ello, deberemos de hacérselo saber tomando  como base la fidelidad en la Enseñanza de Jesús, y si nos escucha, habremos ganado un hermano, y si no, que haya dos o tres testigos para que se decida el caso, si tampoco escucha, entonces digámoslo a la congregación reunida, y si tampoco escucha, entonces se sabrá que no ha sido convencido a guardar y enseñar a cumplir la enseñanza  de Jesús que es Palabra de Dios. Por eso, atemos al hombre fuerte en su vida, y desatemos al hombre espiritual que vive dentro de él a la imagen y semejanza de Dios, pidiéndole al Padre, en el Nombre de Jesús en unidad con el Espíritu Santo, que Él tome el control en su vida y Jesús quede en medio de él como está en medio de nosotros.
Debemos tener paciencia y perseverar en la oración, porque no nos debemos dejar llevar por el poder de los pensamientos de hombre, sino ser conducidos por el poder de los pensamientos de Dios para estar prestos a perdonar siempre las ofensas de nuestros hermanos en la fe y sobre todo a nuestros hermanos filiales.

Mateo cap. 18: v 23 al v 35

<Por eso sucede en el Reino de los Cielos lo mismo que pasó con un rey que resolvió arreglar cuentas con sus empleados. Cuando estaba empezando a hacerlo, le trajeron a uno que debía diez millones de monedas de oro. Como el hombre no tenía para pagar, el rey dispuso que fuera vendido como esclavo, junto con su mujer, sus hijos y todas sus cosas para pagarle la deuda.
El empleado se arrojó a los pies del rey, suplicándole: "Ten paciencia conmigo y yo te pagaré todo." El rey se compadeció, y no sólo lo dejó libre, sino que además le perdonó la deuda.
Pero apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas; lo agarró del cuello y casi lo ahogaba, gritándole: "Paga lo que me debes" El compañero se echó a sus pies y le rogaba: "Ten un poco de paciencia conmigo y te pagaré todo." Pero el otro no aceptó. Al contrario, lo mandó a la cárcel hasta que pagara toda la deuda.
Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contarlo todo a su patrón. Entonces, el patrón lo hizo llamar y le dijo: <Siervo malo, todo lo que me debías te lo perdoné en cuanto me lo suplicaste. ¿No deberías haberte compadecido de tu compañero como yo me compadecí de ti?> Y estaba tan enojado el patrón, que lo entregó a la justicia, hasta que pagara toda su deuda.
Y Jesús terminó con estas palabras: <Así hará mi Padre Celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.>
ENSAYO:
No debemos de ser como esa persona a la que se le ha perdonado una gran deuda al invocar la compasión y misericordia de su acreedor, y cuando ésta le fue perdonada, él no quiso perdonar al que le debía unas cuantas monedas y lo envió a la cárcel, provocando con esto, que aquel que le había perdonado la deuda revocara su decisión y lo entregara a la justicia.
Todos los que hemos invocado la compasión y misericordia de Dios para ser perdonados de todas las ofensas que le hemos hecho debido a nuestra ignorancia o rebeldía en la fidelidad a su mandato, deberemos en reciprocidad, perdonar a nuestros semejantes de todas las ofensas que nos han hecho para conservar ese perdón de Dios, porque de las ofensas que cualquiera cometa en contra de Dios será merecedor de perdón o seguir en la condenación de acuerdo a su proceder. Así que, para conservar el ser salvos, debemos mostrar compasión con nuestros semejantes en semejanza a la misericordia de Dios para perdonarnos.

 

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